No sé tú, pero a mí no me agrada nada ser una mantenida. Tampoco estaría con un hombre que se pasa el día rascándose los huevos. Pero hay momentos y momentos. Y más ahora, cuando medio país está más parado que la báscula de mi cuarto de baño. Embarrancada en los 60 kilogramos. Maldita sea.
