Este ejemplo lo podemos aplicar a cualquier forma de relacionarse, como por poner un ejemplo ser más o menos educados, hablar de unos temas y evitar tocar otros, ser aproximadamente afables, emplear distintos tonos de voz o bien usar un determinado tipo de lenguaje.
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Ahora bien: ¿Cómo sabe si esos sentimientos están? ¿De qué manera sabe si no han disminuido? Con lo que llamamos el termómetro del amor. Cada gesto, cada decisión, cada episodio, es medido por el termómetro para indagar si el sentimiento se sostiene, crece, o ha disminuido: ¿me ama? ¿realmente me ama?